Una viuda de ETA: «Marlaska prometió reconocer los derechos como huérfano de mi hijo y no hizo nada»
Dolores García lleva años peleando porque se esclarezca el asesinato, a manos de la banda terrorista ETA, de su marido, Antonio Cedillo, y se reconozcan los derechos como huérfano de su hijo.
Dolores García lleva años peleando porque se esclarezca el asesinato, a manos de la banda terrorista ETA, de su marido, Antonio Cedillo, policía nacional asesinado por ETA hace 36 años junto a otros cinco compañeros en Rentería (Guipúzcoa).
Pero también porque se reconozcan los derechos, como huérfano, de su hijo, José Miguel. Ambos han tocado a las puertas de todos los ministros del Interior, con muchas promesas, pero ninguna respuesta.
José Miguel tenía cuatro años cuando su padre fue asesinado. No supo del motivo de su muerte hasta mucho tiempo después. La secuencia, terrible: una emboscada de ETA contra dos coches de Policía; su padre quedó malherido en la carretera, fue encontrado por un vecino que lo subió a su furgoneta para llevarlo al hospital, pero los etarras hicieron parar el vehículo, lanzaron al agente a la cuneta y lo remataron. La historia lastró su infancia, con trastornos físicos y psicológicos que arrastra -agorafobia, enfermedades autoinmunes, ansiedad, episodios de depresión- que le han impedido, e impiden, hacer una vida normal.
Por eso, reclaman que se investigue el asesinato de su padre y marido -el crimen ya ha prescrito- pero también un cambio en la Ley de Reconocimiento y Protección de Víctimas del Terrorismo de 2011, que consideran «restrictiva» con los huérfanos. La Ley reconoce el derecho de las víctimas directas de ETA, como las viudas, a recibir una pensión. Sin embargo, los hijos solo reciben una ayuda hasta los 24 años.
Dolores fue la ‘voz’ de José Miguel todos estos años. Incansable, pese a su propia enfermedad, un cáncer. Entre los crudos tratamientos, y las idas y venidas al hospital, aún saca fuerzas para seguir la lucha.
«Llevo muchísimos años trabajando con el tema este porque creo que es muy injusto. Después de un atentado tan dantesco, las imágenes que vivió mi hijo y las épocas que pasa tan mal, yo no me canso de pedir que se sigan considerando víctimas del terrorismo a estos chicos que están mal y que tengan, como tiene mi hijo, acreditación de todos los males que tienen», reprocha, en conversación con OKDIARIO.
«Hay niños que están muy muy mal, niños de aquella época, que con nosotros cometieron tantas injusticias. Desde que ocurría el atentado, todo era tapado por el Gobierno, en este caso de ahí: llegaba el presidente del Gobierno, llegaban los ministros. Pero todo eso era un momento», recuerda.
«Mi hijo lo sigue pasando muy mal, y no voy a dejar esto mientras viva. Mi hijo no tiene un trabajo digno, porque el trabajo que tiene que tener debe tener una flexibilidad, porque hay tiempos y momentos que lo pasa muy mal con el tema de su enfermedad autoinmune y por todas las dolencias que tiene. No puede estar en un trabajo normal haciendo una jornada normal, y claro, ver que tiene 39 años y que tiene un pedazo de carrera hecha en la UNEF…».
Dolores sigue en la lucha, aunque cada vez vaya haciendo más mella en su propia salud: «Yo he sufrido muchísimo con mi hijo. De hecho estoy enferma y todo es de tanto sufrimiento. El que mata, es asesino, pero todo lo que viene después, que es la reparación de esos daños, eso le pertenece al Gobierno».
Lamenta que «sigue habiendo víctimas de primera y víctimas de segunda. Todos los ministros hablan de que es justo que se haga justicia con las primeras víctimas, pero aquí nadie lo hace. Son 36 años los que llevamos así, y 36 años que no ha habido nada».
«Una decepción»
No oculta sus quejas hacia todos los ministros. «Jorge Fernández nos mintió, nos dio todas las esperanzas del mundo porque había 20 periodistas esperándonos en la puerta. Nos engañó para que nosotros le dijéramos a los periodistas que nos había atendido muy bien».
También critica a Zoido: «Ni me recibió. Ya sabía que yo estaba luchando, ya sabía muchas cosas y él no quería problemas y entonces no me recibió».
Y, finalmente, a Fernando Grande-Marlaska. «El primer día que entró llamó a mi hijo desde el despacho. Le dijo que iba a hacer que iba a hacer todo lo posible, que esto era muy poco y que tenía que salir adelante. Le dijo que entraría en los Presupuestos… Pero entrega los Presupuestos y mi hijo ve que eso no va. Ni le dan una explicación ni le dicen nada».
«Tengo una decepción muy grande», reconoce, «porque yo no creo que él tenga ese corazón, no sé por qué. Él es una persona muy humana, a mí me ha atendido siempre que he ido a Madrid, algo que a él no le pertenecía, y yo he llorado mucho delante de él. Y nos llevamos otro desengaño. Nos hemos llevado muchos porque nos dicen «que sí, que sí, que sí…» y después es «no». Ahora yo he llegado al límite».